El siguiente artículo es la primera parte de la gran experiencia que tuvo Shihan Álvaro Ruiz Muñoz al lograr visitar en su hogar a uno de ellos grandes maestros de Karate-Do en Estados Unidos y a nivel mundial, Yutaka Yaguchi, además de entrenar en el Dojo de la International Shotokan Karate Federation (ISKF), en Denver, Colorado.
Visita al Maestro Yutaka Yaguchi, uno de los grandes del Karate: Álvaro Ruiz
(1ª parte)
Esta historia comenzó con un correo que recibí de parte del Máster Yutaka Yaguchi en donde me compartió que había tomado la decisión de regresar a la Japan Karate Association (JKA) anunciando su renuncia a la ISKF.
La noticia me dejó perplejo, confundido y muchas preguntas me empezaron a surgir. ¿Qué pasaba por la mente del maestro, en su vida? ¿Qué le motivó a tomar esta tremenda decisión? ¿Qué pasaría en nuestra organización, en la ISKF? El maestro este año cumple 90 años y su decisión fue impactante para mí.
Se me ocurrió de inmediato mandar mensaje al Sensei Hiroyoshi Okazaki y preguntarle su opinión que de inmediato percibí que él estaba en la misma situación que yo, dadas las respuestas que me dio. Me comuniqué también con mi querida y estimada amiga Louis y sentí cierto enojo, no era para menos.
Finalmente llamé por teléfono a Yukiko Kikuchi, quien mantiene un estrecho contacto con el Sensei Yaguchi, y es a través de ella que seguimos la relación con mi admirado maestro.
Ella no sabía nada en ese momento, se enteró cuando yo le pregunté al respecto. Me dijo que se pondría en contacto con el maestro y me mantendría al tanto.
Yo también podía hacer una llamada o enviar un correo electrónico al maestro Yaguchi; sin embargo, decidí esperar a mi querida amiga.
En los días siguientes Yukiko se comunicó conmigo, el maestro le comentó que estaban sucediendo cosas en ISKF con las que no estaba de acuerdo. También me dijo que el maestro agradecía el interés que mostramos y que tiene muy gratos recuerdos conmigo y mi esposa. También me comentó que algunos correos que el maestro recibió en respuesta a su renuncia a ISKF fueron muy tibios.
Yukiko me preguntó si quería ir a visitar a Sensei Yaguchi a Denver, Colorado, Estados Unidos, y de inmediato mi respuesta fue: nos encantaría. Sin duda, sería una increíble experiencia.
Nuevamente Yukiko hizo contacto con el Sensei y el maestro aceptó nuestra visita. Nos sentimos emocionados y de inmediato me surgieron preguntas que hacer al Sensei, dudas técnicas y, por supuesto, saber los motivos de su abandono a la ISKF.
Yukiko me comentó que el maestro tenía disponibilidad en septiembre, por lo que acordamos coincidir en Denver para ese mes. Planeamos llegar por varios días y aprovechar el viaje para entrenar en el dojo de ISKF donde el maestro Yaguchi enseñó por más de 50 años. Todo se fue cuadrando, Yukiko aprovechó amistades creadas y nos comentó que ya había conseguido dónde podíamos hospedarnos. Así que Alma y yo compramos nuestros boletos de avión para los primeros días de septiembre. Avisamos a Yukiko y ella hizo lo mismo, nos indicó que llegaría un día antes que nosotros y regresaría al estado de Kentucky un día antes.
La llegada a Denver ocurrió sin ningún percance. Yukiko nos avisó que estaba esperando con Lucy afuera del aeropuerto. Lucy es la persona que nos brindaría hospedaje en su casa. Nos presentaron y de inmediato establecimos una buena relación. Pasamos directo a comer una hamburguesa en el camino y fuimos a una reserva ecológica. Fue una visita rápida, ya que el entrenamiento que realizaríamos ese día sería por la tarde. Así que, poco tiempo después, llegamos directo al legendario dojo donde el maestro Yaguchi enseño por más de 50 años. Teníamos viejos conocidos en ese lugar: Miyuki, quien nos dio calurosa bienvenida; el Sensei Dale, quien está a cargo del grupo, también nos recibió cordialmente.
Saludamos a más gente del dojo y nos presentamos. Estaban también Jeff y Kim Weber, pareja de karatekas que, al igual que Alma y yo, están casados y se dedican a enseñar este noble arte marcial, nos saludamos muy afectuosamente.
Nos pusimos a hacer calentamiento, a mí me gusta hacer un calentamiento previo al inicio de la clase, siento que cada persona requiere de ejercicios adecuados a su cuerpo y hago lo que a mí me ha servido a lo largo de mi vida como karateka. Siempre me emociona entrenar en un lugar nuevo, con gente diferente. Además, en México, en mi organización AIK, soy el de mayor rango y pocas veces estoy de alumno, ¡ahora soy un estudiante más!
Al iniciar la clase nos formamos de mayor a menor grado. Lucy nuestra recién conocida resultó ser 7º Dan e hizo el examen antes que yo, le correspondía estar antes que yo. Los dos éramos los de mayor rango en esa clase, los demás compañeros eran 5º y 4º Dan.
La clase comenzó con el típico calentamiento, luego siguió con una fuerte clase Kihon, aplicaciones y finalizamos con Kata. La temperatura era alta, y aunque tomé agua, sentía que no estaba bien hidratado, la clase por momentos era asfixiante. Tremendo esfuerzo, acabé exhausto.
Antes de salir, los compañeros de menor grado realizaron el Soji, cada uno con una toalla limpia desde el principio del rojo hasta el final, ¡qué admirable forma de dejar el dojo limpio y listo para otra sesión!
Al terminar el entrenamiento, Sensei Dale me felicitó por mi actitud en la práctica, me dijo que mi nivel de karate estaba bien, que fue muy satisfactorio ver entrenar a gente como yo. Me preguntó cuántos días a la semana entreno. Nos invitaron unas cervezas y agua y aunque consumí ambas bebidas, persistía la sensación de deshidratación.
Cuando fui a pagar la clase de Alma y mía, el Sensei Dale nos indica que no es nada. Agradecimos profundamente este gesto.
Sugirieron que saliéramos a cenar juntos y fuimos Miyuki y su esposo Gordon, Yukiko y su pareja Howard, Jeff y Kim Weber, Lucy, Sensei Dale, Alma y yo.
Cerca del dojo llegamos a un restaurante de comida mexicana. Como mexicano y buen gourmet, el lugar resultó más o menos en cuanto a calidad y abundante en cantidad. Al terminar la cena Yukiko pagó de inmediato y dijo que somos sus invitados.
Antes de despedirnos el sensei Dale pidió palabras para comentar la clase a cada uno de nosotros. Todos dieron palabras de agradecimiento, lo mimo nosotros, cuando fue mi turno reiteré mi agradecimiento, también comenté que la clase estuvo increíble y que sentía que me moría. Ytodo fue muy agradable.
Alma y yo estábamos muy emocionados porque al día siguiente el maestro Yaguchi nos recibiría en su casa, no sabíamos si tomaríamos o no clase con él, ¡pero iríamos preparados con nuestro karategui!
Continuará…
Fotos: Cortesía Álvaro Ruiz.
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