Johann
Moreno, Fisioterapeuta
Golpes y
bloqueos con rodillas y piernas, brincos, sentadillas, “flotaciones”, barridas,
proyecciones, entre cientos de ejercicios ejecutados en las artes marciales son
realizadas gracias a las nuestras rodillas, una importante zona de nuestro
cuerpo que muy pocas ocasiones damos atención, a menos que nos provoque molestias,
dolor o se presente un caso de gonartrosis.
Y si te preguntas
cómo funciona la rodilla que la hace tan especial te decimos que esta
articulación está formada por el fémur, rótula y tibia, huesos que están en
estrecho contacto a través de ligamentos, meniscos, cápsula articular y una
membrana sinovial, y donde la superficie articular está recubierta por
cartílago lo que permite un roce mínimo y movimientos de flexión y extensión que
permite realizar un sinfín de movimientos.
La rodilla es
una articulación que soporta peso, por una mala higiene, malos movimientos o lesiones mal atendidas pueden provocar que el
cartílago que recubre a la superficie articular de los huesos de la pierna (fémur
distal o de la tibia proximal y la patela) sufra artrosis (desgaste).
Esta artrosis,
es una enfermedad degenerativa de las articulaciones y es la pérdida del
cartílago articular, la formación de pequeñas protuberancias de huesos
conocidas como “osteofitos” y la deformación de la articulación afectada.
Existen diversos factores desencadenantes, como un
traumatismo importante, inestabilidad o la sobrecarga mecánica de la
articulación afectada, predisposición genética, principalmente, que también llegan
a presentarse en la cadera, las articulaciones de las manos y la columna
vertebral cervical y lumbar.
La artrosis de
la rodilla generalmente se manifiesta en forma de dolor a nivel de dicha
región, este puede ser leve y aliviarse con analgésicos de uso común, pero conforme
el desgaste del cartílago aumenta, sucede igual con la intensidad del dolor que
se presenta al caminar, correr o subir o bajar escaleras.
En estados
avanzados de la enfermedad, se puede presentar dolor en reposo, sentado o
acostado ya que el cartílago que habitualmente recubre la articulación se
desgasta por completo lo que hace que la fricción sea entre hueso y hueso pudiéndose
notar incluso deformidades en la rodilla a simple vista.
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