Escena del Códice Florentino donde se representa la ejecución de un ebrio, donde se puede ver al sometido al ras del suelo, en tanto que el ejecutor aplica técnicas de sometimiento para inmovilizar miembros y estrangular al oponente. Imagen Cortesía.
Ante ese panorama hay un gran vacío de información y muchas especulaciones que desinforman más que informar; sin embargo, de los últimos años para acá, han surgido esfuerzos por parte de arqueólogos, historiadores y antropólogos, así como artistas marciales que, en conjunto, comienzan a desvelar los misterios, buscando pistas en excavaciones, esculturas y códices, así como recreando las armas mexicas y volviéndolas a blandir, y gracias estos últimos diez años de investigaciones, ya puede hablarse un poco del conocimiento marcial mexica, aunque esto es solo la punta del iceberg.
Se sabe que los mexicas crearon técnicas de combate para la guerra con armas y sin armas, estas técnicas eran enseñadas a los jóvenes a partir de los doce años en los templos-escuelas llamados calmecac y telpochcalli, donde se contaba con materiales especializados para la enseñanza, como códices, en los que se contenían las técnicas, muñecos de madera y piedra para entrenar con las armas, así como armas de práctica o desperdicios de madera.
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Atzatzliztli o pelea de tecuanes, un tipo de combate ritual nahua que consiste en pelear con puño cerrado golpeando directamente a la cara. Se busca principalmente hacer sangrar al enemigo. Posiblemente los guerreros mexicas también prefirieron el uso de golpes con puño cerrado dentro de sus estilos de combate a mano vacía. Imagen Cortesía.
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En estos lugares se encontraban los instructores, generalmente sacerdotes y viejos guerreros que apadrinaban a los muchachos por acuerdo previo con sus padres.
El entrenamiento de los jóvenes guerreros mexicas iniciaba en la madrugada, siendo levantados por los sacerdotes a jicarazos de agua, para comenzar el día cortando y cargando leña de los montes a los templos, poniéndolos a barrer y limpiar la escuela.
Asimismo, eran mandados a las obras de construcción y la milpa, cargando piedras, arena y canastas en el mecapal; se buscaba fortalecer el cuerpo de los jóvenes, así como inculcarles el sentido de la disciplina.
Una vez fortalecidos y avanzados en edad, se comenzaba con la instrucción formal del combate, donde, una de las cosas más importantes, junto a matar al rival, era la de capturar prisioneros.
Si bien podían ser capaces de matar y saber cuándo hacerlo, para ellos, capturar vivo a un enemigo era una muestra de mayor destreza marcial. Era algo excepcional y justo lo que les permitiría subir de rango, primero como instructores y después como generales en el ejército mexica.
Basados en esta idea, y gracias a lo que puede verse en las peleas rituales entre los nahuas actuales, podemos considerar que el estilo mexica pudo haberse enfocado a las técnicas de combate cuerpo a cuerpo, con puño cerrado y tal vez parecido al boxeo, además al derribe y la sumisión en el suelo, un punto que ha sido tratado también por otros especialistas y practicantes, como Marco Antonio Cervera.
Es probable que también la forma mexica de combatir a mano vacía no haya incluido pateo alto ni alguna técnica que expusiera el equilibrio del combatiente. La idea era golpear a la cara, derribar y someter en el piso.
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Escena del Códice Florentino, donde se aprecia a un aprendiz cargando los pertrechos de un guerrero. Una vez formados los jóvenes guerreros, asistían a sus padrinos en las guerras, donde aplicaban, de manera formal, lo aprendido en el calmecac o telpochcalli. Imagen Cortesía.
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También debió haber incluido el uso de las cuerdas para someter, inmovilizar y transportar a los enemigos, y conforme se avanzaba en ello, se enseñaba la instrucción en el manejo de las armas.
Al parecer, las primeras armas que se utilizaban fueron las armas de tiro, mismas que para practicarlas se llevaba a los jóvenes en canoas al interior del lago desde donde se les enseñaba a tirar. Primero a esculturas de piedra y de madera, las cuales eran desechas a tiros de honda, con el arco y con el atlatl; después, practicaban tirando a las aves en el vuelo.
También se les instruía, paulatinamente, al manejo de las armas de puño y el asta, al principio entrenando con manojos de cañas y desperdicios de madera; al final, se les enseñaba a hacer cortes sobre muñecos de madera.
Se les instruía en cómo manejar el macuahuitl o espada mexica, los mazos llamados cuauhololli y la lanza, que era llamada tepoztopilli; además, es probable que primero se les instruyera cómo usarlas individualmente y como capturar prisioneros con ellas, así como las formaciones y las formas de usar las armas en grupo.
Otra de las actividades que fue parte del entrenamiento, era el juego de pelota (ullamaliztli), este se jugaba en las tardes después de los entrenamientos. Se practicaba el juego de pelota para fortalecer el cuerpo ─una pelota de ulama pesa 4 kilos─; asimismo, para manejar el equilibrio y el control del centro de gravedad.
Durante las noches, a los jóvenes guerreros se les enseñaba el canto y la danza, con ello aprendían la parte filosófica de la guerra, ya que la poesía era un medio para expresar sus sentimientos y conocimientos.
Estos poemas fueron llamados yaocuicatl, y al igual que los poemas escritos por samurais, hablan de temas como lo frágil de la vida, la contemplación antes de la muerte, la gloria y la belleza de la naturaleza, algunos de estos poemas sobrevivieron y podemos entender la filosofía guerrera de los mexicas.
Conforme eran preparados, los jóvenes guerreros participaban en ejercicios de combate que se hacían dentro de las fiestas anuales de cada dios, la primera se hacía entre los alumnos del calmecac y el telpochcalli, en la fiesta de del dios Xipe Totec, otras eran hechas contra cautivos de guerra y alumnos en la fiesta de Huitzilopochtli.
Al final, los alumnos eran mandados a las guerras floridas, estos eran ya simulacros de guerra pactados entre los mexicas y sus enemigos Tlaxcaltecas y Huexotzincas, donde el objetivo era entrenar a los alumnos, haciendo prisioneros por ambos bandos y donde los jóvenes demostraban todo lo aprendido durante años de estudio.
Aquellos capaces de capturar en su primera campaña uno o varios enemigos eran considerados para ser instructores y se les comenzaba a llevar al palacio, donde iniciaban una carrera militar más especializada; aquellos que no lo hacían, eran deshonrados y mal vistos.
Cuando un joven cumplía entre dieciocho a veinte años, se le comenzaba a mandar a las guerras custodiado por los guerreros que lo apadrinaban, siendo entonces que el estudiante podía decidir continuar como guerrero o retirarse para contraer matrimonio.
Solo cuando un joven ya estaba preparado para casarse y tener familia, era cuando dejaba el templo-escuela y el lugar que en ella había ocupado, determinaría su lugar en la sociedad, fuera ya como un guerrero con un futuro prometedor o como un campesino que será leva en las guerras.
Como podemos ver, los mexicas fueron un pueblo guerrero que desarrolló todo un sistema de enseñanza militar, dentro de él se buscaba formar guerreros y, por supuesto, el manejo de las técnicas de combate y su filosofía.
Por desgracia, no se conocen los detalles de este sistema de combate para tomar prisioneros; sin embargo, poco a poco, las investigaciones van dejando menos dudas y acrecentando las posibilidades de reconstruí el antiguo arte de los guerreros mexicanos.
*Jorge Bertín Nicolás Salazar, Pasante en Arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
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