Presentamos la tercera entrega de la serie “Historias de Karate, relatos de un Sensei*”, donde luego de que Shihan Jorge Noceda Moreno platicó sobre sus inicios en el arte marcial y lo que esto le hizo cambiar como persona hasta obtener la Cinta Negra, narra sus primeras competencias, inicios como maestro y encuentro con la International Shotokan Karate Federation (ISKF).
Las primeras competencias
Cuando era cinta verde, muchas ocasiones el maestro Hiroshi Matsuura me hizo el favor de meterme a competir como Cinta Negra, porque era uno de los practicantes más asiduos, no faltaba y me empezó a jalar como su alumno junto, con Gerardo Covarrubias y Gerardo Guillén, quienes ya eran Cinta Negra.
Una de estas competencias fue como eliminatoria para asistir a un mundial en Long Beach, California, fue de Round Robin, iba como suplente estuve esperando porque fuimos como equipo de la Asociación Mexicana de Karate. No llegue a competir, y me quedé con ganas, aunque estuvo muy dura porque se hicieron como 14 combates, además de que no había protectores como bucales, peineras, guantes, nada de eso. Era el golpe seco y rápido.
Por lo duro de los combates, los compañeros que participaron en la competencia individual ya no se presentaron al siguiente día a la competencia por equipos, pero yo sí entré y ahí ganamos el primer lugar por equipos, fue una experiencia increíble.
Diría que mi primer torneos importante fue la 2a Copa Majima, la primera fue en el dojo de Taxqueña y la segunda fue en un salón del Hotel María Isabel, donde se puso un templete como se hacía en Japón, fue solo una sola área. Fue un torneo muy importante porque fue eliminatoria para ir a un torneo internacional. Fue algo muy emocionante e importante porque me tocó hacer combate con Cintas Negras como Gerardo Covarrubias, Alfonso Romero y Daniel García Conde quienes llegaron a ser seleccionados nacionales.
Kata o Kumite
Siempre el estilo japonés le da mucha importancia a la kata y así he seguido, porque además de la importancia del kihon y kumite, hacer kata nos da una conciencia de nuestro propio cuerpo, una manera de utilizar nuestro organismo, con base a palancas, movimientos de reacción y otros elementos para hacerlos más rápidos y contundentes.
Yo siempre competí en kata y kumite, en los años 80´s del siglo pasado, estuve dando clase en la escuela del Dr. Manuel Mondragón y Kalb en la calle de Hermosillo e Insurgentes, junto con el maestro Hiroshi Ishikawa, a quien tengo mucho que agradecerle al apoyar la formación de un equipo de kata y ganamos tres años el campeonato nacional.
Inicio como instructor
Cuando ya fui Cinta Negra, que me hizo el examen el maestro Hidetaka Nishiyama, como se acostumbraba en aquel tiempo, se ponía un auxiliar con el maestro; para entonces ya estaba el maestro Yukichi Tabata y el mismo maestro Matsuura, nosotros ayudábamos como espejo a dar la clase a los estudiantes. Eso ya era una gran distinción, que nos llamaran a apoyar al maestro.
Así fuimos aprendiendo, poco a poco, a dar clases y nos hacían correcciones de que “has lo de esta manera, hazlo de esta otra”, y de esta forma llegábamos a apoyarlos y suplirlos en dar una clase si ellos llegaban a faltar, que muy rara ocasión ocurría.
Así fue como comencé a aprender a dar clase. Más tarde, tuve la oportunidad de dar clases en el Club España, donde estuve como 20 años, y de donde todavía tengo alumnos de ese lugar, con las que hicimos muy buena amistad y a quienes les doy clases particulares.
Así que del dojo de Taxqueña pasé al Club España; también estuve en el Club France, y algunas ocasiones en el Club Alemán, era todo mandado por el maestro Matsuura, que era el que decidía quién iba a dar clase en determinados lugares.
El dar clases es una responsabilidad grande que se siente; y se siente más cuando uno tiene sus primeros lesionados. Como una ocasión en el Club España, donde uno de mis alumnos, que era un médico de complexión muy fuerte, le tocó estar con un alumno que tenía unos días de haber iniciado.
Ese día llegué un poco tarde, al entrar no vi al nuevo alumnos y al preguntar por él, me dijeron que estaba en enfermería porque este médico le dio unas patadas en las manos; yo dije, bueno, ya está siendo atendido, pero al rato entra con las dos manos enyesadas porque le rompieron los huesos de las manos.
Por eso el dar clase es una gran responsabilidad que debe tenerse muy en cuenta, porque uno debe cuidar a los alumnos, más cuando hay compañeros que les gusta pegar a los demás y, o se lastiman o lastiman a los demás, y eso no es hacer karate, además a mí no me gusta maltratar a los alumnos y, con esa idea, he tenido la fortuna de dar clase a todo tipo de personas.
Kyokai Karate Do
Cuando el maestro Matsuura se fue a Japón, nos mando a llamar a los más avanzados, algunos no llegaron porque estaban resentidos por su partida, pero yo quise estar presente porque él siempre fue mi maestros en muchos sentidos.
Nadie sabía que iba a estar Hidetaka Nishiyama además del Shuhei Tsukada y en esa junta se formó un comité de mexicanos para poder hacer exámenes hasta cinta morada para café, y de ahí en adelante tenía que venir el maestro Nishiyama, quien tenía una personalidad muy fuerte y lo que decía se hacía en todo el continente, aunque luego ya no pudo venir tan constantemente y hubo cierto desorden, hasta que el Dr. Manuel Mondragón invitó al maestro Kanazawa a venir a México y nos enseñó todos los kata, además de modalidades de kumite, basados en estos kata.
Fue entonces que formamos escuelas separadas de alguna manera. Por un lado, Gerardo Covarrubias siguió la línea de Nishiyama e iba a entrenar con él a los Estados Unidos, junto con Raúl Pacheco; por otro lado, estaba el maestro Pedro Flores, Mario Ortiz y yo en un dojo que pusimos en Ermita.
Nosotros nos separamos del maestro Ishikawa y formamos una organización que se llama Kyokai Karate Do (que aún se mantiene y a la cual pertenezco) y nos reunimos ya como mexicanos a querer tener una organización, pero con supervisión de Covarrubias y Nishiyama.
ISKF
En mi búsqueda por seguir el karate Shotokan que inicié, por el año 1989 logré ir a un Master Camp en los Estados Unidos con el maestro Teruyuki Okazaki, quien fue alumno directo del maestro Gichin Funakoshi y director de la International Shotokan Karate Federation (ISKF). Ahí encontré lo que era un karate verdadero: muy bien organizado y desde aquel tiempo tenía la visión de ser una organización mundial, pero como estaba con la Japan Karate Association (JKA) Okazaki no lo veía posible, por lo que más tarde se separó de ella.
Desde ese entonces decidí ser parte de la ISKF, por el estudio y desarrollo que han tenido del karate, donde participan personas de todo el mundo y que nos llegamos a reunir en el Master Camp donde todos somos tratados de la misma forma, de manera respetuosa, con ese espíritu para seguir aprender y superarse, siempre bajo los principios del Dojo Kun, tal y como seguimos hasta hoy.
Tal vez te interese: Historias de Karate, relatos de un Sensei: Jorge Noceda Moreno (1a parte)
Continuará…
Fotos: Cortesía.
——————————————————————————
Comentarios
Publicar un comentario