Sabías que el estrés no es necesariamente malo para la
salud, ya que hay ocasiones en que es una capacidad de respuesta positiva por
parte de nuestro organismo en eventos inusuales, así como para hacer frente a
nuevas circunstancias, por lo cual, ha sido un factor determinante en la
evolución del ser humano.
De acuerdo con el artículo Estrés: ¿qué pasa si es
excesivo?, publicado en el número 151 de la publicación ¿Cómo Vez?, revista de
divulgación de la ciencia de la UNAM, cuando el ser humano percibe un peligro, activa una serie de
señales químicas, desencadenadas por varias hormonas, éstas elevan el ritmo
cardiaco, aceleran la respiración e incrementan la disponibilidad de azúcar en
la sangre, con el propósito de enfrentar la conocida disyuntiva de “luchar o
huir”.
Ello requiere mucha energía, por lo que se reduce o suspende
la función de otros procesos físicos, como la digestión, la reproducción, y
algunos aspectos del sistema inmunitario.
Es decir, la mujer y el hombre responden al estrés como
cualquier otro mamífero, ya sean ratas,
monos o leones, porque todo el cuerpo se prepara para hacer frente a un riesgo
o peligro.
De acuerdo al jefe del Programa de Intervención en Crisis a
Víctimas de Desastres Naturales y Sociorganizativos de la Facultad de
Psicología de la UNAM, Jorge Álvarez Martínez, todo ser humano presenta estrés
agudo después de un evento disruptivo –como un asalto, un sismo o algún otro
desastre–, y éste implica una fase donde hay cierta desorganización del
comportamiento, pero que es pasajera y momentánea.
El directivo explica que existen dos tipos de estrés: el
agudo y el crónico.
El estrés agudo:
Estrés crónico
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