El Karate Do cuenta con una serie de estilos que se desarrollaron, principalmente, en el Siglo XX, y entre ellos, se encuentra el Kyuokushinkaikan, el cual que podría diferenciarse de otros por su rígida disciplina y dureza en su enseñanza y práctica,, siendo el único en el que durante un kumite (combate) de competencia, está permitido dejar sin sentido o “knock out” del contrincante.
1ª parte… El Inicio.
Yong-I Choi
La historia de esta disciplina marcial inicia el 27 de julio de 1923, fecha en la nació Yong-I Choi, en el pequeño pueblo de Wa-Ryongri, distrito de Yong-chi Myonchul Na Do, Corea del Sur. Su familia, considerada aristócrata, perteneció al clan Yangban. Su padre, Sun Hyang, fue alcalde de Kinje, una ciudad cerca de este poblado.
Cuando tenía nueve años de edad, mientras se encontraba en la granja de su hermana en Manchuria, Yong-I Choi comenzó a estudiar el arte marcial del Kempo que se practicaba al sur de China, conocida como “Dieciocho Manos” bajo la instrucción del Sr. Yi.
El viaje a Japón y sus artes marciales
En 1938, viajó a Japón con el deseo de ingresar a la escuela de aviación y convertirse en piloto de combate, pero debido a muchas razones no pudo ingresar, por lo que se vio obligado a abandonar su sueño de ser piloto y posteriormente a buscar trabajo, siendo en esta época en que comenzó a llamarse Masutatsu Oyama.
En Japón comenzó a practicar judo, hasta que un día, observó una demostración de un arte marcial que le despertó gran interés por conocerlo, y con lo cual llegó hasta el dojo del Maestro Gishin Funakoshi, con lo cual comenzó a practicar el karate de Okinawa. Desde ese día, Masutatsu Oyama se dedicó al karate con dedicación que nunca vaciló a lo largo de su vida, por lo que tenía veinte años de edad, ya había ganado el rango de 4º Dan en Okinawa Karate.
Crisis e Inspiración
Tras la derrota de Japón después de la Segunda Guerra Mundial, Masutatsu Oyama, al igual que todos los jóvenes japoneses, se vio envuelto en una crisis personal, siendo entonces que encontró una forma de salir de su desesperación el entrenar con So Nei Chu, un maestro coreano de Goju-Ryu Karate.
Este gran maestro, famoso por el poder de su cuerpo, tenía una creencia espiritual muy profunda, lo cual influyó profundamente en Masutatsu Oyama, quien conoció y aprendió el BUDO y sus fundamentos espirituales.
Entrenamiento en las montañas
Después de unos años de entrenamiento, “Master So” aconsejó a Masutatsu Oyama que dedicara su vida al karate y se retirara a un escondite en las montañas para entrenar su mente y cuerpo, así que, en 1946, Masutatsu Oyama se dirigió a un lugar remoto en las montañas.
Para Oyama, este fue el lugar ideal para entrenar e inspirarse en la misma tradición que su ídolo Miyamoto Musashi, por lo que de los objetos que llevó consigo, ninguno fueron más importantes la colección de libros escritos por Eiji Yoshikawa, sobre la vida del legendario guerrero japonés.
Durante dieciocho meses, aislado en las montañas, Oyama se probó a sí mismo contra elementos de la naturaleza en escenarios como entrenar y meditar bajo cascadas heladas, realizar innumerables saltos sobre arbustos y rocas, utilizar árboles y rocas como makiwara para acondicionar sus manos, pies y piernas.
Comenzaba a entrenar a las cinco de la mañana, corría por las pendientes empinadas, usó rocas grandes como pesas, levantándolas cientos de veces para aumentar su fuerza. Además, realizó kata (forma) un mínimo de cien veces al día, así como cientos y miles de repeticiones de kihon (técnicas básicas).
Continuamente llegaba a los límites de la resistencia humana, y al concluir su entrenamiento físico, iniciaba otro entrenamiento, el espiritual, para lo cual, tras leer varios escritos budistas, pasaba a sentarse en zazen y meditar por largo tiempo. Se dice que fue en esos momentos cuando Oyama comenzó a contemplar la idea del círculo y el punto para su karate.
Al inicio de su retiro, fue acompañado por uno de sus alumnos llamado Yashiro, en tanto que su patrocinador y amigo, el Sr. Kayama, les llevaba alimentos cada mes, para cada día realizar un duro entrenamiento, con lo cual Oyama aprendió a superar la tensión causada por la soledad.
Sin embargo, su discípulo Yashiro no pudo soportarlo y huyó, fue entonces que la soledad se convirtió en su mayor enemigo, por lo que estaba en su punto más bajo, decidió cortarse una ceja para que no pudiera mostrar su rostro en público.
A pesar de su determinación de no darse por vencido y regresar a casa, catorce meses después, aproximadamente, el Sr. Kayama le dijo a Oyama que no podía continuar apoyándolo así que el plan original de Oyama de permanecer en soledad durante tres años se había acabado.
Los toros y el tour
En 1950, para probar su propio poder asimismo y al mundo del karate, Masutatsu Oyama comenzó a pelear con toros, un hecho que lo hizo famoso. Se dice que, en total, luchó contra 52 toros, matando a 3 instantáneamente y tomando los cuernos de 49 con golpes a mano abierta o mano de cuchillo.
En 1952, Masutatsu Oyama partió para los Estados Unidos y realizó 270 demostraciones donde la audiencia quedó sorprendida con sus habilidades para romper piedras, por lo que pronto fue conocido como la “Mano de Dios”. En esa época, también hizo peleas de exhibición contra boxeadores profesionales, luchadores y judokas y ganó todos sus combates.
Continuará…
Con información de Masutatsu Ōyama-Wikipedia (basada en relatos de alumnos), y la web. Fotos recopiladas de la web y Wikipedia.
Comentarios
Publicar un comentario